Visión y Fracaso Escolar
Por Núria Vila Terricabras, Óptico-Optometrista y alumna del Curso de Experto en Terapia Visual
El fracaso escolar es cada vez más preocupante, y una de las causas más importantes son las alteraciones visuales, ya que un 80% de la información que recibimos diariamente es a nivel visual. Aunque los problemas refractivos están presentes en gran parte de los casos, hay otras condiciones que nos pueden hacer sospechar de una alteración visual a pesar de que algunos alumnos sean aparentemente asintomáticos.
Hay que tener en cuenta que la visión no es simplemente el hecho de ver, sino que es un proceso complejo para identificar, interpretar y comprender lo que los ojos ven. Por lo tanto, un mal desarrollo de la visión implicará también un problema en el aprendizaje. Tener “buena vista” es muy importante, lo que significa ver bien sin necesidad de corrección óptica, pero no es lo mismo que tener buena visión. Hacer un cribado visual no consistiría entonces simplemente en valorar si tiene buena vista o no el estudiante, sino también valorar otras funciones que necesitan realizar los ojos y cerebro para tener buena visión (acomodación, binocularidad, oculomotricidad, lateralidad, periferia visual, procesamiento visual…)
Debido a que una de las fuentes principales de vía de entrada de información es la visual, se tendría que considerar la posibilidad de realizar cribados visuales en las escuelas, como protocolo, para la prevención del fracaso escolar. Estas exploraciones visuales deberían hacerse a partir de los tres años de forma bianual (en las distintas etapas de crecimiento, ya que no solo nos influye la genética, sino también el ambiente y demandas visuales en cada etapa) con el objetivo de descartar cualquier problema visual que pueda interferir en el aprendizaje y controlar su evolución. Una vez detectado el problema visual, se debería tener en cuenta su magnitud, y si el estudiante tiene la capacidad de resolverlo por si sólo o necesita una ayuda visual (gafas, lentes de contacto, terapia visual…).

En el caso de que el estudiante tuviera una buena vista, pero no una buena visión; se le recomendaría un programa individualizado de terapia visual para potenciar y corregir las carencias de este sistema visual, con el objetivo de que sea capaz de realizar las tareas diarias cómodamente evitando un sobreesfuerzo.
A parte de los cribados visuales, otra ayuda para concienciar a la sociedad sería dar consejos de higiene visual en función de la edad y ambiente o condiciones en las que estén. Por ejemplo, poner límites de horas de pantalla, buen ambiente de trabajo (temperatura e iluminación), postura ergonómica, la regla 20/20/20…
Otras ayudas podrían ser las siguientes:
Las tareas escolares deben hacerse en espacios ventilados.
El material necesario para hacer los deberes debe estar ordenado.
La altura de la silla y la mesa debe permitir que las plantas de los pies descansen totalmente en el suelo. El cuerpo tiene que estar recto, con el pecho hacia fuera y los hombros ligeramente hacia atrás, para que ambos ojos queden situados a la misma distancia de los deberes.
Se tiene que evitar que los ojos reciban directamente la luz.
Deben evitarse las sombras sobre el material de lectura o escritura.
Debe evitarse que el niño tuerza el tronco o incline la cabeza mientras lee o escribe.
Debe evitarse que el niño se acerque demasiado el material lectivo.
El niño no debe coger el lápiz demasiado cerca de la punta.
Mientras lee, escribe, mira la tele, juega con el ordenador… el niño debe ser consciente de su entorno: de todos los objetos que hay en la sala.
Cada 30 minutos de trabajo escolar tiene que realizar un descanso de 5 minutos mirando hacia objetos lejanos (6 metros o más).
No debe mover la cabeza mientras lee o escribe.
No debe mirar la televisión con la sala a oscuras.
Deben evitarse los reflejos en la pantalla de televisión o en la pantalla del ordenador.
Debe procurarse que el niño no mire la televisión o esté delante del ordenador más de dos horas seguidas.
Debe evitarse que el niño mire la tele tumbado en el sofá o en el suelo.
Es conveniente evitar que el niño lea tumbado en la cama.
Deben seguirse las recomendaciones del especialista para conseguir una alimentación adecuada.
Debe procurarse que los ojos del niño realicen correctamente los movimientos de fijación y seguimiento, y también que sean lo suficientemente flexibles para enfocar a múltiples distancias de manera rápida y cómoda.
Debe procurarse que el niño tenga el cuerpo relajado.